jueves, 4 de junio de 2015

LOS INDIOS KUNA


Los Indios Kuna respetan la naturaleza, no la esquilman.

Cuando tiene que cortar un árbol, le pide perdón en unas silenciosa oración y le dice: "Dios te hizo para que nos ayudaras a hacer una canoa, o una casa, etc.".

Lo mismo ocurre con los animales.

El indio kuna no es cruel con los animales. Caza, pesca, pero sólo porque necesita comer.

Su habitat es en gran parte el Archipiélago de San Blas, formado por 368 islotes de coral cubiertos de palmeras cocoteras.

El coco (Cocos nucifera) es su moneda: "Ogop many tule cuna".

La cosecha de cocos es buena en San Blas. Del coco se extrae la copra y de ésta el aceite vegetal tan apreciado.
 
El indio kuna trafica con los barcos que vienen de Colombia, obteniendo a cambio de sus cocos los productos que necesita: café, azúcar, telas de colores, cerveza, etc.
 

Otra de sus grandes producciones es el cacao (Theobroma cacao L.). El árbol del cacao se da silvestre en la selva de Panamá, pero el indio lo cultiva en las zonas de tierra firme frente a sus islas. Allí tiene sus cultivos, pero prefiere vivir en las islas que son más sanas y exentas de mosquitos y malaria.

Una parte del cacao es para consumo propio y el resto, una vez secado el grano al sol, es utilizado también para trueque.

Son muy celosos de su territorio que se extiende por tierra firme hasta el Río Bayano, englobando las cumbres de la Cordillera de San Blas, cuyas laderas están cubiertas por la densa pluviselva tropical, rica en especies vegetales y animales.
 
Los árboles madereros constituyen una extraordinaria reserva. El indio no permite que compañías explotadoras vengan a cortar los árboles milenarios, como desgraciadamente se ha hecho en otras áreas del Darién panameño.
 
Especialmente las compañías japonesas vienen con sus barcos que cargan con las mejores especies madereras: bongos, espavés, cedros amargos, tangarés, marías, caobos, etc. Algunos de estos árboles tienen más de 500 años. Es un auténtico genocidio.
 
El indio kuna es cazador, pescador y recolector de frutos (coco, banana, piña, cacao, pixvá, maíz). No ha permitido nunca la entrada en sus reservas de los temibles campesinos tableños (de la región de Las Tablas, en el interior de Panamá), descendientes de españoles que son de una voracidad increíble ante la selva. Desde una avioneta puede verse cómo dejan convertido en sabana lo que otrora fuera selva densa tropical.
 
Cambian incluso las condiciones climáticas.
 
Siembran faragua en los claros que talan en la selva para alimentar a su ganado (son fundamentalmente ganaderos, vaqueros). Durante un par de años la faragua crece bien, el ganado se alimenta bien. Al tercer año, la faragua ya no crece tanto y menos al cuarto año. En cinco años ya no hay árboles ni pasto ni vacas porque éstas enflaquecen tanto que se ven obligados a ir a talar otro sector con las mismas consecuencias.
 
Esto lo odia el indio kuna. Como las "quemas" o costumbre del campesino panameño de quemar las "rozas" o terrenos de cultivo al llegar el verano o época seca para dejarlos limpios para la próxima siembra. Esto alimenta de momento el terreno con los restos vegetales, pero poluciona terriblemente el ambiente, esquilma las tierras y las empobrece con el tiempo al destruir las bacterias nitrificantes del suelo.
 
La tribu kuna está muy bien organizada en pequeñas subtribus que habitan una isla cada una. Cada tribu está regida por tres sáhilas, jefes o cabezas, el sáhila tummat y sus dos suplentes. Quien toma la última decisión en casos de conflictos es el primer sahila que es el juez civil y juez de paz. Suele ser un hombre de edad madura y a veces un viejo que lleva muchos años en el cargo que obtiene por votación popular de los varones casados. Los solteros y las mujeres no votan, pero éstas dicen a sus maridos por quién conviene votar. Y las mujeres kunas tienen mucho carácter.
 
Las aguas del Caribe que bañan las islas de San Blas, son ricas en toda clase de crustáceos. Hay excelentes langostas. Los indios hacen cercas de madera en el agua baja y transparente, que son verdaderos viveros de langostas. Pero la verdad es que no hace falta enjaularlas porque pululan por todas partes y basta entrar en el agua para coger dos o tres en un momento. Abundan los cangrejos de muy variadas especies, pero sobre todo unos gigantescos de color morado que capturan en tierra, una de cuyas patas termina en una pinza del tamaño de la mano de un hombre. Cocidos en agua de mar son excelente alimento.
 
Cuando llega la temporada apropiada pescan tortugas que son muy abundantes y de gran tamaño. Las cogen con redes y con reclamo. Para ello, tallan una tortuga de madera que agitan con una cuerda desde dos canoas entre las que tienden la red. Las tortugas en celo, van a buscar el señuelo y caen fácilmente en las redes.
 
En tierra firme cazan venados y monos, alimento extra no siempre fácil de obtener. 
 
Pescan anualmente el mila o sábalo, una especie de lenguado que capturan en trampas especiales como empalizadas en forma de "U", construidas en el agua junto a la costa, con plataformas adecuadas para caminar por ellas. Saben que el cardumen de pescado siempre viene por las mismas rutas del mar y lo esperan.

Las leyes de Panamá han protegido al indio kuna desde la época del Presidente Belisario Porras, que tuvo que ceder ante la revolución independentista que promovieron los indios cunas para crear la República de Tule el año 1925. Utilizaron como bandera la cruz gamada o svástica, el pulpo, el emblema sagrado de esta tribu, el símbolo más antiguo que conocen en sus tradiciones y que representa para ellos la dispersión de las razas humanas a partir de un punto común.

Por Ley de la República de Panamá se estableció la Comarca de San Blas, Alto Río Bayano y los enclaves de Pucro y Paya en el Darién, como reserva de los indios cunas. Se ha respetado, aunque los indios han tenido que hacerla respetar en varias ocasiones con las armas en la mano. Por esta razón, aún no ha podido penetrar la invasión turística ni las construcciones modernas en aquellos lugares privilegiados por la Naturaleza.

Conocen muy bien y aman esa Naturaleza. Aprenden desde pequeños a distinguir las especies animales y vegetales, son buenos meteorólogos, conociendo las direcciones de los vientos (púrua) en cada época del año. Saben que unos traen agua de lluvia, otros sequedad, otros fresco o calor y otros peligro para voltear las canoas a vela, por la impetuosidad de sus bruscas ráfagas.

Son gente muy limpia. Desde niños se pasan la vida entrando y saliendo del agua, bañándose en agua salada y a veces en los ríos que bajan desde las montañas en tierra firme. Allá van cada mañana en sus canoas remando las mujeres para lavar la ropa y cargar sus tulas o enormes calabazos con agua dulce cuando escasea el agua de lluvia (época seca), que recogen de los tejados de paja de sus casas en grandes baldes y que usan para cocinar o para lavarse.

 Tienen excusados de hueco que construyen sobre el agua. Los peces se comen sus excrementos como si fuesen gallinas en un pajar y ellos se comen a los peces como nosotros nos comemos a las gallinas. El ciclo se cierra.

La cáscara de los cocos, que en abundantes montones se almacena en los bordes de sus islas coralíferas, sirven de soporte para que el coral crezca y con él la isla. Las islas son por eso cada año un poco mayores.

Los únicos animales domésticos que consienten en algunas islas son las gallinas y los cerdos. No quieren vacas porque acaban con la vegetación y menos ovejas que en Panamá están proscritas.

El indio kuna no toma más leche que la materna cuando son niños. La lactancia materna se prolonga hasta los tres y cuatro años, aunque la alternan con chichas de maíz o diversas mazamorras vegetales.

Sus viviendas son construidas tradicionalmente con caña brava de Castilla (Arundo donnax L.) con las que hacen las paredes separándolas lo suficiente para permitir el paso del aire y la refrigeración. La techumbre se fabrica de hojas de palma seca colocadas como tejas imbricadas una sobre otras lo que los defiende del agua. El esqueleto o soporte de la vivienda se construye con horcones y ramas bien atadas para evitar que el viento se las lleve.

La construcción de la vivienda se hace colectivamente, cooperativamente. Cuando se casa una pareja cuna, los amigos, familiares y vecinos de toda la isla contribuyen trayendo los materiales adecuados de la selva y luego ensamblándolos como un rompecabezas, según la técnica establecida tradicionalmente. Las mujeres preparan la comida, pescado ahumado, para que todo el mundo coma. Otros preparan la chicha de maíz mascado y fermentado con jugo de caña que todos beberán para celebrar la fiesta. Y así en un santiamén la casa estará terminada. A su vez la pareja beneficiaria tendrá que ayudar de la misma forma a los próximos que se casen. Hoy por mí y mañana por ti.

Todas las pequeñas tribus se reúnen periódicamente en asamblea general presidida por los tres sahilas generales, que son elegidos por los representante de todas las tribus. Son los más sabios, conocedores de las tradiciones orales, famosos chamanes (neles, kantules, inatuledis o absoguedis), es decir los más capaces de curar o enseñar. El poder chamánico lleva al poder político. En estos congresos generales periódicos se tratan los temas que afectan a toda la tribu cuna y se toman las grandes decisiones.

En cada isla hay una Casa del Congreso (Onmaket nega o Ibeorgum nega) donde cada noche se reúnen los varones para discutir los temas diarios, anunciar las bodas, dar el consentimiento para éstas, tratar los temas de tierras, herencias, etc.

Periódicamente se nombran equipos de indios cuya misión es limpiar los cocotales que aunque es un bien común y patrimonio de toda la tribu, pertenecen por herencia a las correspondientes familias que los administran.


Autor: Profesor Reverte Coma

 
 
 
 

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