jueves, 25 de junio de 2015

GUARANÍES, AVA, LOS TEMIBLES HOMBRES CHIRIGUANOS

 
En el Chaco boliviano y en la provincia argentina de Salta viven tribus de origen guaraní con una historia muy particular.
 
Poco antes de que llegaran los españoles, algunos grupos guaraníes conocidos como ava ("los hombres") partieron del Paraguay en busca de la Tierra Sin Mal. Atraídos por los relatos de otros pueblos, pensaron que ese lugar era el país del Candiré, donde se hacían llamativas placas de metal; en otras palabras, los territorios del Imperio Inca.
 
Luego de una difícil travesía, llegaron al pie de la cordillera de los Andes, donde se establecieron. Para esto debieron someter a los indígenas chañes, dueños de aquellas tierras, quienes fueron reducidos a tapií, es decir siervos que debían dar tributo y servicios a los ava. Estos impusieron su idioma, se casaron con mujeres chañes y los hijos que tuvieron con ellas también fueron educados como kerembas o guerreros guaraníes. Se convirtieron entonces en una pesadilla para los incas, obligados a construir una línea de fortalezas que protegiera sus fronteras. Y fueron justamente los incas quienes les pusieron el apodo despectivo de chiriguano (en lengua quechua, "excremento frío", en alusión a cómo sufrían el frio cordillerano estos hombres de la selva).
 


Los ava -conocidos por los españoles como "los temibles chiriguanos"- adquirieron identidad propia,  adaptándose al nuevo ambiente y asimilando costumbres, tanto de los pueblos andinos como de los chanés.
 
Los hombres ava-chiriguanos adquirieron una nueva imagen: vistieron camisas sin mangas, cambiaron de peinado y modificaron su tembetá o adorno labial masculino, que pasó a ser redondo, de metal y con incrustaciones de turquesas o cuentas de vidrio.
 
Ya en el siglo XVI se convirtieron en buenos jinetes y así multiplicaron su habilidad guerrera. Sus  aldeas no sobrepasaban las quinientas personas, pero estaban muy cercanas unas de otras. Tenían malocas más pequeñas y dispuestas en un círculo, que dejaba en su centro la casa del tuvichá y el lugar donde se hacían las ceremonias.
 
Los españoles nunca lograron conquistar a los ava y los misioneros fracasaron con ellos, debido a la naturaleza indómita y rebelde de estos guaraníes, y a la influencia de sus payés. 
 
Pero en el siglo XIX, lo que no habían logrado los soldados, lo consiguieron los hacendados, que fueron limitándoles sus lugares de caza y pesca e invadiendo los sembrados indígenas con sus vacas, hasta que este pueblo perdió su poderío.

 



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